La Iglesia católica pidió trabajar por “una democracia participativa” y con “pluralidad”, sin “claudicar” ante los sectores que cuestionan el sistema democrático, y reclamó “bienestar para el pueblo” con “tierra, techo y trabajo”, en el cierre de la Semana Social que organiza anualmente la Comisión Episcopal de Pastoral Social en Mar del Plata.
Al mismo tiempo, en un documento con fuerte tono político, advirtió que “el fin del estado de bienestar no puede resolverse con leyes represivas, que no consideran los fundamentos sociales de tales problemáticas”; reclamó por las “deudas en la calidad de formación” educativa y alertó sobre los “golpes de Estado blandos” en Latinoamérica.
“Necesitamos pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, con la correspondiente pluralidad. Hay sectores que hoy cuestionan el sistema democrático, pero no debemos claudicar, es el marco y estilo de vida que hemos elegido tener”, destacó el mensaje final.
La lectura del texto de cierre del encuentro de tres días estuvo encabezada por monseñor Jorge Lugones, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, quien junto a los obispos Pedro María Laxague y Ernesto Giobando subrayaron que “ninguna solución basada en la eliminación del otro puede ser un buen camino para re-crear la democracia”
“Es necesario recuperar la pertenencia a la patria para construir juntos una comunidad que defienda la vida y el interés de todos, no dejando a nadie afuera”, puntualizó la Iglesia, y llamó a luchar “para recuperar la vigencia y el protagonismo popular en las instituciones sociales y políticas”.
En ese sentido, expresó: “Hablamos de una democracia que signifique la construcción de ciudadanía plena, de ejercicio de derechos, que asegure condiciones para el bienestar de nuestro pueblo, que supere la fragmentación, con sensibilidad social, con tierra, techo y trabajo que garantice igualdad de oportunidades, con independencia económica”.
El mensaje final de este encuentro, que se desarrolló como cada año en el Hotel 13 de Julio marplatense, subrayó además que hubo una “expresión casi unánime de todos los participantes sobre la relevancia de un compromiso transversal para lograr consensos en materia de políticas públicas sostenidas para proyectar la educación, el empleo, la justicia y el desarrollo económico con inclusión”.
Destacó en ese sentido las reflexiones surgidas a lo largo de los tres días de trabajo, en los que intervinieron dirigentes como el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro; su par de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos; la vicegobernadora bonaerense, Verónica Magario, y la titular de Educación porteña, Soledad Acuña, entre otros.
En esa línea, el pronunciamiento resaltó las intervenciones que apuntaron a la “necesidad de mayor industrialización y políticas de agregación de valor a las materias primas para la generación de empleo” y a “lograr los acuerdos necesarios para combatir la inflación y sostener el crecimiento en una coyuntura que se presenta con optimismo en los tiempos económicos que vienen”.
A la vez, la Iglesia resaltó la necesidad de “mejorar el acceso a la justicia y avanzar contra la impunidad”, y expresó que “el fin del estado de bienestar no puede resolverse con leyes represivas, que no consideran los fundamentos sociales de tales problemáticas”.
En cuanto a la educación, puntualizó que “si bien se atravesó el crecimiento de la inclusión educativa” desde la recuperación democrática, “se registran deudas en la calidad de formación, rescatándose la escuela como espacio de paz, de amor a la patria y convivencia social”.
El texto advirtió sobre “golpes de Estado blandos” que se registran en América Latina, que pretenden “desconocer la voluntad popular”, y subrayó “la necesidad de sostener las políticas de derechos humanos construidas desde 1983 hasta la fecha como políticas de Estado”.
“Necesitamos un análisis sereno, reflexivo, profundo, de dónde estamos y hacia dónde queremos ir”, indicó, además, y llamó “una vez más a ponernos la patria al hombro”.
MENSAJE FINAL DE SEMANA SOCIAL 2023
Nos reunimos en esta Semana Social en Mar del Plata bajo el lema “40 Años de democracia y 10 años de Francisco”, con una fuerte apelación a la escucha, la memoria y la consolidación de la democracia afrontando sus deudas pendientes.
Nos planteamos que es necesario recuperar la pertenencia a la patria para construir juntos una comunidad que defienda la vida y el interés de todos, no dejando a nadie afuera.
Recordamos que, en la recuperación de la democracia, al cabo de la noche más oscura, se soñaba con un ideal democrático con valores populares, que garantizarían la igualdad, el desarrollo económico, la integración republicana de la nación. Sin embargo, las pujas en lo económico y en lo político abrieron la puerta para una crisis de representación en las instituciones que fue de la mano con un proceso de desintegración y fragmentación del cuerpo social. La democracia dejó de identificarse con la expresión de los intereses de la mayoría, del bien común, para pasar a ser una herramienta condicionada por poderes minoritarios o corporativos.
Analizamos que nos encontramos ante una democracia que por un lado requiere de mayor vigor y empatía con lo propio, pero que no alcanza a cobijar a todos los sectores y regiones de nuestra Argentina. Frente a los cambios en el mundo y los nuevos desafíos de la época, luchamos para recuperar la vigencia y el protagonismo popular en las instituciones sociales y políticas.
En la presentación de Memoria, Historia y Verdad advertimos que la consolidación de la democracia es permanente, aún, cuando hoy en América latina se registran golpes de estado blandos o se pretende desconocer la voluntad popular. Se subrayó la necesidad de sostener las políticas de derechos humanos construidas desde 1983 hasta la fecha como políticas de estado. La presentación de esa obra implica desde la Iglesia el poder sanador del conocimiento de la verdad sobre la historia.
A lo largo de todas las jornadas se destacó la necesidad de fortalecer la escucha, de aprender a escucharnos con humildad y esperanza como modo indispensable para dialogar, para re-crear, haciendo el esfuerzo de articular esa dimensión individual, personal, para ponerla a jugar con la dimensión social, colectiva, estructural de la vida comunitaria en este tiempo de la historia.
Hablamos de una democracia que signifique la construcción de ciudadanía plena, de ejercicio de derechos, que asegure condiciones para el bienestar de nuestro pueblo, que supere la fragmentación, con sensibilidad social, con Tierra, Techo y Trabajo que garantice igualdad de oportunidades, con independencia económica.
Insistentemente escuchamos que es necesario un nuevo pacto social o un nuevo contrato democrático, con la participación de toda la dirigencia política, económica y social, con un consenso que es posible y necesario, rescatando todo lo bueno que se hizo en la democracia, recalcando que es necesario ir a la cultura del encuentro, a partir de la escucha que nos habilita a debatir y superar las diferencias.
Oímos las luces y sombras de este tiempo transcurrido, con logros y avances, pero con las deudas aún pendientes de la democracia. Rescatamos la expresión casi unánime de todos los participantes en esta semana sobre la relevancia de un compromiso transversal para lograr consensos en materia de políticas públicas sostenidas para proyectar la educación, el empleo, la justicia y el desarrollo económico con inclusión. El trabajo digno, se ha dicho, no solo tiene un valor económico, sino que es valorado como el principal organizador de la vida social.
Escuchamos la necesidad de mayor industrialización y políticas de agregación de valor a las materias primas para la generación de empleo y lograr los acuerdos necesarios para combatir la inflación y sostener el crecimiento en una coyuntura que se presenta con optimismo en los tiempos económicos que vienen.
Mejorar el acceso a la justicia y avanzar contra la impunidad, destacándose que el fin del estado de bienestar no puede resolverse con leyes represivas, que no consideran los fundamentos sociales de tales problemáticas
En cuanto a la educación, si bien se atravesó el crecimiento de la inclusión educativa se registran deudas en la calidad de formación, rescatándose la escuela como espacio de paz, de amor a la patria y convivencia social.
Necesitamos pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, con la correspondiente pluralidad. Hay sectores que hoy cuestionan el sistema democrático, pero no debemos claudicar, es el marco y estilo de vida que hemos elegido tener. Ninguna solución basada en la eliminación del otro puede ser un buen camino para re-crear la democracia. Necesitamos un análisis sereno, reflexivo, profundo, de dónde estamos y hacia dónde queremos ir.
Necesitamos poner ‘un oído en el pueblo y otro en el Evangelio’ A esa tarea estamos todos convocados, especialmente los jóvenes, escuchando sus propuestas, anhelos y sueños, los que, como dice el Papa Francisco, no son el futuro sino el presente de esta democracia que viene.
Junto a nuestra Madre que nos ilumina desde Luján, “caminemos en esperanza” animándonos una vez más a ponernos la Patria al hombro.
Comisión Episcopal de Pastoral Social.