En las próximas elecciones de agosto y octubre nos enfrentaremos nuevamente al desafío de elegir quien será la persona que va a dirigir los destinos del país durante los próximos cuatro años.
Claramente estas no serán unas elecciones más. Las decisiones que mayoritariamente los electores tomaron en el 2019 creyendo en promesas electorales simplistas pero eficaces como el “asado para todos”, lamentablemente interrumpieron un proceso de cambio en nuestro país.
Entre 2015 y 2019, con virtudes y también errores, Mauricio Macri trabajó para ofrecernos la oportunidad de iniciar un nuevo camino, demostrando todo lo que podemos lograr por el futuro de nuestro país si nos ponemos de acuerdo y estamos convencidos de nuestro potencial.
Sin embargo retrocedimos nuevamente. El apego al pasado, al cortoplacismo, a los que “volvían mejores” pudo más, y hoy nos toca estar parados frente a una realidad social, económica, educativa que nos transpola a más de dos décadas atrás.
Pobreza, indigencia, inflación, inseguridad, deserción escolar, crisis de las instituciones, asistencialismo, violencia, exilio, desesperanza, conforman un cúmulo de factores que nos tienen que interpelar como sociedad para realmente definir si la Argentina tiene margen para elegir al mejor candidato por sobre el mejor Presidente, ese que pueda coordinar un equipo que inicie el proceso de cambiar la Argentina para siempre.
Algunos pensarán que disociar candidato de presidente es una ridiculez. Pero créanme que no lo es. Sobre todo cuando estamos viviendo tiempos donde proliferan los que gritan fuerte o lanzan los planteos más radicalizados en Tik Tok, Instagram, etc, replicando un nuevo populismo discursivo que se encarna en el Mesías que esta vez sí nos va a sacar del fondo en el que estamos.
Los argentinos tendemos a recaer en la necesidad de una sociedad en donde las responsabilidades colectivas expíen en la culpa del otro como para justificar nuestros errores y es por eso que terminamos eligiendo candidato por sobre presidente, el facilísimo por sobre el mediano y largo plazo; el líder por sobre el equipo, el ellos vs.nosotros por sobre la Argentina. Pareciera que el ejemplo y el espíritu que la selección nacional nos transmitió y tanto nos entusiasmó en el Mundial, hubiera tenido fecha de vencimiento.
Es por eso que pese a lo que muchos en privado me han aconsejado, he decidió transitar el camino más difícil, ese que no sostiene la política en función de las encuestas sino que cree que nuestro rol es el de decirle a la sociedad las cosas aunque sean duras y no den votos.
La Argentina que viene es de trabajo en equipo a corto, mediano y largo plazo, con experiencia de gestión, de transformación, de cambio, de un diálogo firme en nuestras convicciones pero respetuoso de aquellos que no piensan igual que nosotros.
Para este tiempo argentino y para lo que tendremos por delante, estoy convencido que Horacio Rodriguez Larreta, con su experiencia, demostrada gestión, compromiso y una obsesión por el trabajo, es la persona que mejor puede sintetizar el nuevo liderazgo en equipo que debemos iniciar como sociedad para lograr el país que nos merecemos de una vez por todas.
Tenemos que hacer el cambio de nuestras vidas y para ello, desde mi lugar, me pongo manos a la obra.
Emiliano Giri