A menos de 72 horas para el cierre de listas, Cristina Kirchner ungió al ministro del Interior, Eduardo de Pedro, su protegido político, como precandidato para competir bajo su ala política en la interna de Unión por la Patria por la Presidencia. El funcionario nacional, fundador de la agrupación de familiares de desaparecidos H.I.J.O.S., que pasó por distintos cargos desde que conoció a Néstor Kirchner en 2004, figurará en lo más alto de la boleta del ala dura del oficialismo acompañado por el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, que viene de ganar las elecciones en su distrito y negoció con la vicepresidenta su lugar en el binomio K a último momento.
Con “Wado” de Pedro, Cristina Kirchner busca renovar su oferta electoral con un dirigente joven, de corte esmeradamente dialoguista, a pesar de su pertenencia a La Cámpora, y se acerca inclusive a los sectores sindicados como enemigos para la vice y sus militantes. “Wado”, a pesar de que contribuyó a conformar la coalición e integró el la coalición, buscará presentarse como lo nuevo ante el fracaso del Frente de Todos, que perdió estruendosamente las elecciones legislativas en medio de una interna sin cuartel, que no cesa, entre el Presidente y su vice; y una crisis inflacionaria galopante.
“Amo profundamente a mi país y voy a dar el paso para que otros y otras también se animen. Porque el país necesita de esta energía renovadora y de un nuevo sueño en el que creer”, dice en el tramo central de su mensaje, en un guiño al massismo. “Sé que no será un trabajo fácil (…) me voy a esforzar como nadie. Soy Wado de Pedro y quiero ser presidente. El presidente de todas las familias argentinas”, cierra.
La ex presidenta terminó de tomar la esperada resolución para los comicios del 13 de agosto hace varios días, pero postergó el anuncio hasta muy cerca del vencimiento del plazo en la Justicia Electoral. Complicaban su determinación la incertidumbre sobre la presentación de Daniel Scioli, que está decidido a competir en la interna a pesar de las resistencias de La Cámpora y se lanzó prácticamente al mismo tiempo que De Pedro, con un acto; y las dudas sobre quién podía ser el mejor compañero de fórmula para “Wado”, una variable que se negoció hasta último momento, para la cual se ponderaron distintos nombres. Con la elección de Manzur, queda en evidencia la preponderancia del papel que buscará darle Cristina Kirchner en el debilitado oficialismo al poder político del interior, donde la mayor parte de los gobernadores vienen de ganar las elecciones con campañas muy diferenciadas de la fragmentada esfera nacional.
A su vez, estaba la presión de Sergio Massa, el ministro de Economía, que buscaba el aval de CFK pero exigía que las candidaturas se definan en un acuerdo previo y no en las urnas. De Pedro, en cambio, se mostraba abierto a una competencia interna formal, consciente de que su bajo nivel de conocimiento complicaría sus posibilidades de llegar fuerte a las Generales sólo con el apoyo de su líder.
El lanzamiento fue cuidadosamente diagramado por el ministro durante semanas de reuniones frenéticas y nerviosismo junto a sus colaboradores más cercanos, en contacto permanente con Cristina Kirchner y la tropa más íntima de la vice, que mantuvieron en secreto la confirmación final hasta el último minuto. Las charlas de planeamiento se hicieron en decenas de encuentros, algunos en la sede del Ministerio, otros en el Senado, y, las más multitudinarias, con militantes especializados en comunicación que se sumaron al equipo en recientemente, en el búnker de campaña que el funcionario ordenó montar en la calle Estados Unidos.
En esas conversaciones decidieron, en primer lugar, que el eje de la presentación como candidato debería girar en torno al concepto de “consenso”, para seguir en la línea con el perfil dialoguista y moderado que el ministro busca desarrollar, prácticamente, desde el primer año de su gestión. Según suele decir, para desmarcarse de la “estigmatización” por su cercanía con la vicepresidenta.
Para fundamentar la candidatura, desde su entorno divulgaron una extensa lista con los referentes de distintos sectores de la política y, en menor medida, del ámbito privado. Incluyeron en el repaso a seis gobernadores del PJ que se manifestaron a su favor; a 26 intendentes de la provincia de Buenos Aires; a 37 sindicalistas y otros tantos sindicatos; a dirigentes con territorio, a representantes de organismos de Derechos Humanos; a tres ministros bonaerenses; a seis diputados y senadores nacionales y de la provincia; y a varios artistas.
Ahora que es oficial su candidatura, se impone con más fuerza la incógnita, que estaba latente desde que empezaron los rumores, sobre el futuro de De Pedro en el Gabinete. Desde su entorno no confirmaron aún si permanecerá al frente del Ministerio del Interior o se correrá para dedicarse a tiempo completo a la campaña.
Protegido de Cristina Kirchner y con buena relación con su hijo, Máximo Kirchner (si bien suele remarcar que no fundó La Cámpora), De Pedro tuvo un rol central en las negociaciones para la conformación del Frente de Todos entre 2018 y 2019. Fue ubicado en ese rol dialoguista por la vice, que desde que lo conoció, en 2010, se ocupó de posicionarlo en lugares de peso en el Estado: la vicepresidencia de Aerolíneas Argentinas, el Consejo de la Magistratura, y la Secretaría General de la Presidencia. Además, había sido ubicado en el privilegiado 6to lugar de la lista de Diputados en 2011, cuando integró su primera campaña, la última hasta ahora. Cuando la alianza llegó al poder, hace más de tres años, le dio el voto máximo de confianza hasta ese momento, al ponerlo al frente del ministerio político. Desde entonces, se transformó en el único funcionario de interlocución directa con la vicepresidenta con sede en la Casa Rosada.
De perfil bajo al principio, “Wado” se ubicó en el centro de atención en el segundo tramo de 2021, cuando lideró la ola de renuncias de los alfiles de la vicepresidenta tras la derrota en los comicios legislativos y sacudió, así, a la administración de Alberto Fernández. Desde entonces, el segumiento de sus movimientos se transformó, como nunca, en una tarea indispensable para entender la postura de Cristina Kirchner en la interna del Gobierno.
A diferencia de “Wado”, la elección de Manzur se terminó de definir en las últimas horas. Desde las oficinas del Ministerio del Interior venían advirtiendo que priorizarían en la diagramación de la lista el “factor geográfico”, pero había distintos nombres en el menú de posibles acompañantes. Se sopesaron las figuras de la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma Abdala, esposa del poderoso cacique Gerardo Zamora, e inclusive del propio jefe provincial, que eligió quedarse a cuidar su distrito. Con relaciones cercanas con el establishment y llegada a Estados Unidos, manejo en la gestión, Cristina terminó aceptándolo a pesar de las disputas del pasado. Todos recuerdan en el kirchnerismo cuando el tucumano la intentó “jubilarla” después de la derrota contra 2015. La vicepresidenta ya había dado por terminada aquella disputa.
Sus primeros pasos como precandidato -aunque su nominación no se oficializará hasta el sábado- serán a través de dos actos. Primero fue a la Unión Industrial Argentina (UIA), antes de lanzarse. Y cerrará el día en la Confederación General de los Trabajadores (CGT). Sus visitas, combinadas, simbolizan un gesto al PJ y al sector productivo, en línea con la voluntad de apertura que viene proclamando Cristina Kirchner en sus apariciones públicas desde el año pasado y que será uno de los ejes rectores de su campaña, posiblemente, contra Daniel Scioli.