La lucha que se encuentran llevando adelante los familiares de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan no ha terminado. “el Retrato…”se entrevistó con padres de los submarinistas que perdieron su vida en ese entonces, los cuales recordaron con mucho dolor y tristeza a sus hijos y dieron cuentan cómo llevan sus días, después de ese 15 de noviembre del 2017.
Cabe recordar que el submarino partió de Mar del Plata el 25 de octubre de 2017, con destino a Tierra del Fuego. Sin embargo, algunos días después y cuando debía regresar al puerto local, algo sucedió: el navío perdió contacto el 15 de noviembre del mismo año y allí comenzaría una larga lucha para los familiares de los 44 tripulantes. Tras más de doce meses de reclamos, entredichos y avances y retrocesos en la causa judicial, finalmente, el 17 de noviembre -a un año y un día del último contacto- la Armada confirmó el hallazgo del submarino, a 907 metros de profundidad.
Fernández Juan Domingo, padre de Daniel Adrián, que falleció en la tragedia, en diálogo con “el Retrato…” remarcó que “costó” mucho poder reparar la réplica, la cual se fue deteriorando día a día. “Hubo promesas de iniciar el mantenimiento, pero no se hacía nada. No hubo forma de parar el deterioro”, indicó al mismo tiempo que resaltó la colaboración de los estudiantes de la Universidad Tecnológica y de empresas locales que se harán cargo de las tareas de reparación de la réplica.
-¿Cómo viven estos momentos?
-Cada vez que tenemos una situación de homenaje a los chicos, cumpleaños, navidades, fecha de la tragedia, etcétera, todo es dolor y la única forma es acostumbrarse a vivir con eso.
“Daniel era casado y tenía dos nenas, una de 9 y otra de 8 años. Ellos nos han ayudado a mantenernos de pie. La familia es el pilar para que nosotros nos podamos mantener. El dolor está, pero estamos acostumbrados a vivir con eso”, sostuvo el padre del tripulante a la vez que confesó que no cree encontrar justicia en este camino.
Conforme a ello, Fernández apuntó: “Va a quedar en la nada la causa. No le veo un buen fin. Si se encuentra a los culpables, que son muchos, ya con el tiempo que pasó no me interesa. Dios es el que juzgará a los culpables de lo que le pasó a los chicos”.
“Todos los 15 ponemos la foto de mi hijo en las redes sociales. Es un día triste de mucho dolor, porque es el día que desaparecieron. Lo recordamos todos los días igualmente”, expresó y agregó que cada familiar “lo lleva como puede” al mismo tiempo que apuntó: “Si no llevamos un distintivo de quienes somos, la comunidad no se entera. Los medios no hablan del submarino ni de nada de esto. Duele mucho. Mar del Plata específicamente no lo recuerda para nada”.
Por su parte, Zulma Sandoval, madre del submarinista Celso Vallejos, en diálogo con “el Retrato…” se refirió a lo ocurrido en 2017 y expresó: “Pasaron cinco años pero no me di cuenta de los cinco años. Para mí no pasó el tiempo y no sé qué hice en estos cinco años. Yo perdí a mi hijo y en el 2020 a mi esposo que se enfermó por esta situación. Perdí en tres años mucho”.
Al ser consultado por “el Retrato….” sobre cómo se hace para seguir, respondió: “No sé. No entiendo cómo me levanto. En enero estuve muy mal y me fui de viaje con otra familia, con amigos y tengo dos hijas. Yo pienso en ellas. Mi hijo era casado”.
– ¿Cree en la justicia?
– Creo que tendría que haberla, pero esto se tapa todo. Nadie es capaz de decir lo que pasó. No puede ser tanto encubrimiento. Si tienen que pagar que paguen. Si tiene que haber presos que los haya. Para mí no hay otra cosa. Sabemos quiénes estaban en ese momento. Sabemos quiénes son. No hay mucho para buscar
– ¿Los ampara el poder político?
– Si. Son todos participes. Todos los gobiernos tienen parte de la culpa. Porque dejan que se deterioran los barcos, gastan la plata en cosas que no tienen que ser.
Asimismo, se refirió a la reparación de la réplica del submarino y apuntó que “muchos se ofrecieron, pero la Municipalidad no daba el permiso” al mismo tiempo que remarcó: “No le estábamos pidiendo plata. Nadie se acercó para ayudar en nada. Cuando estábamos en la base y en los días que me fui a la Plaza de Mayo venían. No sé a qué, pero venían”.
“Primero nos dijeron que sí. Después, no sabían dónde ponerlo. Este era el único lugar que nos daban y eso se deteriora con el tiempo. Yo ya no tengo ni ganas de venir a la ceremonia. Tengo un dolor tan grande. Es difícil levantarse”, confesó
-¿Cuál es el último recuerdo de su hijo?
-Haber hablado con él, el 7 de noviembre de 2017. Hablamos como tres horas. Él estaba en Ushuaia y yo en Posada. Y nos reíamos porque estábamos en dos puntas distintas del pais. Vestía el uniforme con orgullo. Es hijo de un veterano de Malvinas. Nació con papá militar y ahí nació su vocación por la fuerza