La fría noticia, esa que a él tanto le gustaba publicar por sobre cualquier compromiso que existiera, hoy me duele. Pero más allá de todo debe darse a conocer. Acaba de morirse mi Gran Maestro periodístico: Oscar “Coqui” Gastiarena, quien a los 85 años dio el salto a la inmortalidad, al menos en el corazón de quienes nos formó en esta apasionante profesión que es el Periodismo.
Fue allá por marzo de 1981 cuando comenzando a cursar esta hermosa carrera me llegué hasta la mítica redacción de El Atlántico en pos de iniciar un futuro , es ese momento utópico, y que me sigue acompañando en este mundo tan especial.
Allí no solo me guio para que supiera como calificar por secciones las noticias que escupían las teletipos y el telex, para luego ir dándome, de a poco, la oportunidad de cubrir, como cronista, lo que pasaba en Mar del Plata y también en la zona.
Par mí, fue el Gran Maestro. No solo marcándome como empezar a escribir la crónica (estilo El Atlántico), sino comenzando a darme responsabilidades como redactor, jefe de Zonales, Jefe de Noticias, Prosecretario de Redacción y Secretario General.
Ese no solo fue mi derrotero por la gloriosa y apasionada redacción de la calle Bolívar, sino que me marcó el camino a seguir profesionalmente.
Imposible no recordar a la infinidad de personas que les abrió las puertas de El Atlántico y les dio la posibilidad de trabajar en ese medio.
Por supuesto que tuvimos diferencias a lo largo de poco mas de 20 años de ser compañeros. Pero siempre fue respetuoso del periodista. Podría estar inclusive lo que uno escribiera en las antípodas de su pensamiento, pero jamás lo desmerecía, sino que corregía como Director lo que su entender no estaba bien.
Hoy esta partida, para la infinidad de periodistas que pueblan los medios marplatenses, será quizás una noticia más; pero aquellos que aquellos que nos formamos bajo su mando, sabemos que no es así. Mar del Plata pierde a un Profesional del Periodismo que en el tiempo que cumplió con su tarea, fue Brillante.
Ojalá ese libro autobiográfico que estaba escribiendo y que comenzara luego de su jubilación, alguien le de forma y lo publique. Será una verdadera enseñanza para esa nueva tanda de periodistas que le da vida a la profesión más apasionante que pueda existir.
Se fue el guía pero nos queda su enseñanza. Un tesoro incalculable en estos tiempos donde, muchas veces la noticia, ha dejado de ser la verdadera estrella.
¡Hasta siempre Maestro!
Miguel Avellaneda