“El sospechoso subió corriendo al escenario y atacó a Rushdie y a un entrevistador. Rushdie aparentemente fue apuñalado en el cuello y fue transportado en helicóptero a un hospital del área. Su estado aún se desconoce“, informó en un comunicado la Policía de Nueva York.
Según los testigos y tal como muestra un video filmado por quienes esperaban escucharlo en la sala del Instituto Chautauqua, un hombre irrumpió en el escenario mientras el escritor conversaba con un periodista y comenzó a golpear a Rushdie justo en el momento en el que lo presentaban. Entonces, el autor cayó al suelo, fue socorrido por un equipo médico y trasladado en helicóptero a un hospital, mientras el atacante fue inmovilizado y detenido por los efectivos de seguridad.
Penguin, el sello que edita su obra, publicó un comunicado en el que señaló: “Tras el lamentable ataque al escritor Salman Rushdie queremos manifestar nuestra repulsa absoluta y nuestro apoyo total a Rushdie y a la libertad de expresión. Esperamos y deseamos que se recupere lo antes posible”.
Hasta esta tarde, se desconocían los pormenores del estado de salud del autor, quien lleva décadas amenazado por Irán tras haber publicado su novela “Los versos satánicos”, prohibido desde 1989 en ese país y considerada blasfema por las autoridades de ese país islámico.
La fama internacional le llegó con la novela “Hijos de la medianoche”, publicada en 1980, libro con el que ganó el Premio Booker, el más prestigioso del Reino Unido. Aquel texto también provocó polémica: en la India cuestionaron los supuestos comentarios despectivos hacia la entonces primera ministra del país, Indira Ghandi.
En 1989, el entonces líder supremo iraní, el ayatolá Jomeini, emitió un decreto para pedir la muerte del escritor. El gobierno de Irán terminó distanciándose de la “fatwa”, el edicto de Jomeini, pero, en 2012, una fundación religiosa iraní semioficial elevó la recompensa de 2,8 millones de dólares a 3,3 millones de dólares y las alarmas sobre el riesgo de vida del autor volvieron a encenderse.
Rushdie, quien escribió su obra en inglés y es desde hace años uno de los eternos aspirante al Nobel de Literatura, nació en Bombay el 19 de junio de 1947 pero vive en Nueva York desde hace años y cuenta con un título de “Sir” concedido por la Reina Isabel de Inglaterra. Publicó más de 10 novelas, una autobiografía, varios ensayos, cuentos y relatos para chicos, y tras la amenaza del régimen irání, minimizó el tema y dijo que “no había evidencia” de que las personas estuvieran interesadas en la recompensa y siguió escribiendo.
Más allá de esas declaraciones subestimando la amenaza, durante los siguientes nueve años, los iraníes radicales renovaban puntualmente todos 14 de febrero la fatwa, mientras Rushdie vivía escondido y bajo la protección de la policía británica.
Logró escapar a los inminentes intentos de asesinato durante los años 90, pero muchos de sus colaboradores se convirtieron en víctimas porque la fatwa de Jomeini no suponía sólo la condena de Rushdie, sino también la de todos los editores que publicaran su obra. Entre ellos está Hitoshi Igarashi, el traductor japonés de Los versos satánicos, quien murió tras ser apuñalado. El traductor italiano, Ettore Capriolo, y el editor de la novela, William Nygaard, fueron víctima de ataques pero sobrevivieron.
Cuando el régimen iraní dio de baja el decreto en 1998, el escritor mantuvo un bajo perfil durante muchos años. Sólo apareció en algunos actos en medio de medidas de seguridad. En los últimos años, tiene una rutina más relajada, vive en Nueva York y anuncia sus apariciones públicas por anticipado en su página web. También es conferenciante invitado en universidades, iglesias, bibliotecas y canales de televisión en Estados Unidos.
El cuestionamiento iraní a “Los versos satánicos” empieza con su título pero también apunta a determinados guiños literarios más precisos. El autor bautizó al protagonista como “Gibreel Farishta”, que en urdú, significa Ángel Gabriel, y de esta forma lo convierte en el ángel que, en la tradición islámica, sirvió de intermediario entre Alá y Mahoma en los dictados que más tarde compondrían el Corán, el libro sagrado musulmán.
La novela también tiene ciertas marcas que los religiosos condenaron como el uso del nombre Ayesha (o Aisha, la esposa más joven de Mahoma) para referirse a una prostituta, considerar “bastardo” a Abraham o la decisión literaria de incluir la historia de Salman Farsi, el compañero de Mahoma que aparece ridiculizado en la novela de Rushdie.