Montenegro y el arte de improvisar y estar detrás del problema

Así se puede definir la gestión que el Intendente Guillermo Montenegro está llevando a cabo en el Partido de General Pueyrredon. El Ejecutivo Municipal pareciera que está siempre corriendo detrás del problema, como si se pudiera gobernar una ciudad de casi un millón de habitantes, como ellos dicen, de esa manera.

Bastaron más de 5 accidentes en la curva de Plata Chica para que una acción concreta se ponga en marcha. Bastó también, un borracho al volante diciendo “si nos matamos, nos matamos” para que los controles de alcoholemia sean un hábito normal y no un evento cargado de costumbres circenses.

Ahora pareciera que basta esperar algún accidente con los decks gastronómicos para que el Municipio realmente haga cumplir las normas que ellos mismo dictan o las frases hechas y repetidas de Montenegro, quien siempre dice lo que “la gente” quiere escuchar: “no me va a temblar el pulso para multar”.

Pues parece que no tiene ni pulso.

La gestión de la pandemia fue inexistente, y después de casi dos años de tener el Covid en la ciudad, y cuando la tercera ola está golpeando fuerte, se dispusieron centros de testeos gratuitos. Una medida que fue un título festejado pero que en la práctica obligaba a estar a pleno rayo del sol, haciendo horas de fila para conseguir uno de los 100 números para acceder al hisopado. El personal de salud está realmente estresado y saturado. Hasta que no hubo disturbios, agresiones y quejas no ampliaron ni la cantidad de números ni la cantidad de profesionales de la salud para testear.

Y cuando eso sucedió, se acordaron que más allá de la demagogia y  la cateada de la temporada, hay marplatenses con un sin fin de necesidades y recién en ese momento se trasladaron los puntos de testeos a los barrios, ultimamente olvidados por Montenegro y compañía.

Correr atrás de los problemas no los soluciona, los mete debajo de una alfombra. Gestionar es realizar acciones acuerdo a las necesidades de los vecinos y contribuyentes, y no hacer un circo, mediocre, con perros en adopción.

¿Será que con escuchar y hablar con los vecinos no alcanza? ¿Será que con quedar bien con algunos pocos con fuertes intereses no se puede gobernar una ciudad?  ¿Será que en Mar del Plata estamos vivos de milagro?